lunes, 7 de enero de 2013

Cap. VIII - La Visita 1ra. Parte

Feliz Año a Todos y gomenasai por no actualizar a Voces en El Silencio pero empezamos con pie derecho este 2013 y continuamos con el Cap. 8 disfrutenlo leyendo como yo lo disfrute haciendolo 

Anterior

Voces en el Silencio

Tres personas y dos enormes canes esperaban al que se había ido  hace muchas horas a la gran ciudad Río de Janeiro para “preparar” según él, un lugar cómodo donde vivir, Mekare parecía no percatarse de la espera ya que retozaba alegremente con las dos bestias que estaban felices de jugar con ella; Teresa y Cristóbal sentados uno a lado del otro cada uno perdido en sus pensamientos: la jovencita de ojos pardos esperaba que el viaje no fuera largo para regresar lo mas pronto posible a su querido hogar con su esposo y tener la familia que tanto deseaban.

- pero sin importar cualquier cosa – pensó ella mientras miraba un poco temerosa a Mekare que reía en silencio esquivando las mordidas cariñosas de Nerón y Canelo, que bien pudieran arrancar la cabeza a cualquiera menos a su familia – yo estaré junto a Cristóbal.

Mientras que él, con su continuo golpeteo con los pies mostraba su ansiedad por la larga espera, deseaba poder conocer nuevas cosas, lugares y personas, tener nuevas experiencias, descubrir un mundo nuevo e interesante, ya que su padre siempre había hecho todo lo posible por alejarlo de la inmensidad de las ciudades. Ya no pudiendo mas se levanto intempestivamente sacando de sus pensamientos a su esposa

- ¡Falta poco para que amanezca y Marius no llega! – dijo alzando la voz un poco.

Su esposa sonrió tímidamente, mientras que Mekare no pareció percatarse de su infortunio, siguiendo con el juego “muérdeme si puedes”

En el acto, indignado, se fue a reclamarle su falta de interés y se puso justo en medio del fuego cruzado de zarpazos y mordidas antes de que alguno lo alcanzara, los animales se detuvieron sumisamente, mientras él con fuerte voz

- se que usted puede, sabe donde está, dígame si ya viene

Ella le miro interesada al fin pero solo le sonrió y le dio un beso en la frente, su enojo paso a ser  fracaso y luego vergüenza; así que derrotado volvió a sentarse al lado de su esposa Teresa quien tomo una de sus manos entre las suyas.

Instantes después Marius apareció en medio del follaje y con su característica caballerosidad

- Me disculpo por la tardanza.
  
.______.

Antonio Menjivar, hombre de mediana estatura un tanto corpulento de cabello oscuro y rizado y siempre desordenado por más que lo peinara siempre quedaba igual, su piel era tostada por nacimiento un suspiro salio de su boca.     
El tráfico era horrendo en la populosa ciudad, cualquiera que fuera un extranjero creería que no habría embotelamiento a las cuatro de la mañana, pero Río era Río.
Aunque su suspiro no fue por este retrazo, tenía la certeza de llegar antes de que saliera el sol al “caserón” como todos le llamaban a la antiquísima  mansión Peralta, no quería quedar mal con el nuevo patrón que le pidió de ser posible llegar antes de la salida del sol a su nuevo hogar.
Unas risas provinieron de la parte posterior de la limosina hicieron que regresara de sus pensamientos, al mismo tiempo que la fila avanzaba mientras  conducía podía escucharlos charlando y verlos por el retrovisor, ya que ninguno había cerrado la ventanilla que separa al conductor de los pasajeros: el jovenzuelo trigueño, Cristóbal, recordó su nombre con suma facilidad; parecía estar interesadísimo mirando por las ventanas aquella ola de humanidad interminable que caminaba por las aceras y su “esposa” muy tímida, igual o mas joven que el, Teresa era el nombre de la jovencita  parecía compartir a medias su emoción, mientras los perros monstruosos echados en los asientos frontales ocupaban casi todo el espacio parecían dormitar, igual que la dama de cabello rojo que era tan blanca como el Sr. Romanus quien la observaba con ternura mientras dormía en sus brazos.

Al verlos de nuevo la primera impresión seguía allí, todos eran extraños de alguna manera.
Para la media noche un escándalo hizo despertarlo a el y a su familia, el Sr. Romanus llego sin aviso a la gran  casa junto con un abogado a tomar posesión de la caserona, No podía dudar de su rareza comenzando con su apariencia: alto, rubio a pesar de llevar ropa gastada y sucia parecía muy elegante aunque extremadamente pálido pero no creía que estuviera enfermo, es un hombre gentil, aunque a él le recorrió un extraño escalofrió cuando él le miró a los ojos, además  escucho que él había cerrado el trato en 20 minutos tiempo en el cual había podido ver la casa, había  revisado cada lugar de la propiedad que era extensa quedando satisfecho de los jardines, del bosque de los riachuelos y de sus ocupantes: su familia misma, su esposa y su hijo; quienes habían cuidado la casa desde hace mucho tiempo, se complació que fuera una familia quien siguiera ejerciendo los mismo servicios siendo muy generoso con la oferta pago para el y su esposa, pidiendo en ese mismo instante un sin fin de cosas al abogado, justo cuando salían después de cuarenta y cinco minutos ya venían varios camiones dejando todo tipo de cosas;
- es sorpréndete lo que alguien con dinero puede hacer – pensó Antonio – solo espero que dure – otros suspiro salio de el.

Por fin dejaron la ciudad y tomaron otra autopista para luego llegar a un camino apartado lleno de un verdor no tan salvaje sino urbano, Antonio paro el auto frente a una gran puerta de metal un poco corroída por los años pero aun muy firme, se bajo con un poco de esfuerzo empujo la pesadas puertas que rechinaron por el movimiento e hizo avanzar el auto por una calle de tierra, la caserona había sido una enorme hacienda poco después  detuvo el auto frente a una inmensa casa color blanco tipo colonial.

Cristóbal abrió las puertas y sus ocupantes bajaron y pudieron observar su nuevo hogar,
- Era una gran hacienda de café y algodón en la época de la colonia portuguesa – dijo Marius
Aun conservaba su estilo imperial muros altos, molduras de formas lineales y sin mucho color pero con una connotación de detalle.

- Marius quien es toda esta gente – pregunto Cristóbal debido a un gentío que entraba y salía de la casa todos urgidos y concentrados por hacer su trabajo, solo mirándoles de reojos para no atrasarse
- están dejando la casa en condiciones habitables – dijo muy naturalmente Marius mientras avanzaba hacia la puerta de la casa con Mekare en brazos en medio de ese gentío
- ¿habitable? , aja – dijo Cristóbal irónicamente conociendo el estilo fastuoso  de Marius para todas sus posesiones.

De la cantidad de gente que estaba allí unos aseaban otros arreglaban desperfectos otros tantos que podaban los jardines, arreglaban la luz, en fin parecía un hormiguero de movimiento

Antonio pensó que era como un cuento, ya que la gente parecían un ejército de nomos trabajando en la noche para que quedara todo listo en la mañana.

Entraron a una estancia enorme llena de ventanales que acababan de ser sustituidos y eran limpiados por 4 hombres en caleras adentro y otros por la parte de afuera de la casa, los pisos siendo pulidos por maquinas, frente a ellos una escalinata de granito que se extendía en dos vertientes dirigiéndose a las dos alas de la casa y al segundo y tercer piso
- buenas noches – dijo una mujer muy guapa, de baja estatura y contextura gruesa de cabello negro y ojos oscuros casi negros su piel era blanca aunque estaba tostada por el sol del trópico vestía un traje floreado y un delantal impecablemente blanco
- buenas noches Mercedes – dijo Marius

Cristóbal le saludo muy alegremente tomándola de las manos diciéndole su nombre y su apellido también le presento muy orgullosamente a Teresa como su esposa quien le saludo con su típica sonrisa.
Mercedes a diferencia de su esposo Antonio, no reacciono confundida ante la presentación de los nuevos dueños de la Caserona o al hecho de que todos llevaran harapos, o a las enormes perros que estaban a la expectativa, o que uno de ellos estuviera inconsciente,  sino con suma naturalidad y dulzura 

- mucho gusto en conocerlos – mi nombres en Mercedes de Menjivar, todos me llaman Meche, estoy a sus ordenes – en seguida se dirigió a Marius –  dos de las habitaciones están listas y el sótano han dejado la caja No. 42, como solicitó, aunque las cortinas no han llegado aun,  así que hice colocar algunas en las habitaciones para que descansen, tengo comida preparada por si tienen hambre.
- gracias Mercedes – agradeció Marius – Antonio asegúrate que esté todo en orden para el atardecer
- si señor
- Teresa y Cristóbal coman – continuo Marius
- por favor síganme – les indico Meche a los jovencitos

Cristóbal parecida reacio a seguirla echando una mirada preocupada a Mekare, pero, Teresa le tomo de la mano.

Marius subió por las escaleras en el tercer piso, ya sin gente, fue un pasillo por el cual grandes ventanales de vidrio sin cortinas mostraban siluetas extrañas por la luz de los reflectores que iluminaba a los trabajadores, a pesar de la fría madrugada y de la neblina que comenzaba a espesarse,  los dos canes le seguían con paso lento a Marius observando y viendo todo a su alrededor muy curiosos y emocionados reconociendo su nuevo territorio.

Con su mente abrió las puerta mostrando una hermosa y espaciosa habitación circular iluminada con una tenue luz de candelabros muy elaborados brillantes acabados de pulir que caían desde el techo de madera a través de una cadena antigua, el piso también de madera real, le habían devuelto el color rojo majestuoso pudiendo divisarse las intrincadas formas de sus elaborados patrones geométricos, sonrió pensando que a Mekare le gustarían, una brisa helada entro por la gran puerta que daban a un balcón por el cual se podía divisar parte de la finca y el bosque, en el centro de la aposento un enorme lecho de sabanas blancas de seda y almohadones de plumas esperaban a la que dormía, era el único mueble que había en la habitación, allí con cuidado como si ella fuera a romperse el la recostó, lamento alejar ese tibio y delicado cuerpo de si.

Canelo y Nerón uno a cada lado de la cama se echaron a dormir, mientras Marius sin alejarse de la cama con su mente cerro las puertas de la habitación y del balcón corrió las cortinas ya que el cielo al fondo comenzaba a tomar un color rosado.

Mekare se movió acomodándose mejor en la cama, Marius dibujo una sonrisa en su rostro ante este pequeño gesto, él sabia que cuando uno de los suyos dormía quedaba muy tieso como una viga, pero Mekare era la acepción a la regla de casi todo lo que conocía.

Al verla así, dormida en medio de las sabanas, tan tranquila y bella, a la mente de Marius regreso esas imágenes del sueño que lo habían estado visitando, o seria una visión, no podía confirmarlo con Cristóbal ya que se escandalizaría, hasta podía oír el sermón que le daría es que era un puritano sin remedio… y a ella, que diría ella si le dijera lo que había visto y sentido… lo rechazaría

Se acerco mas a ella, extendiendo sus manos hacia su rostro casi sin tocarlo pudo sentir el placentero calor que emanaba de su piel, pero vislumbro en su rostro de marfil una sombra de angustia, él se sentó a su lado y tomo su mano entre las suyas esperando que eso aliviara su padecer, al menos trato de convencerse así mismo pero después lo que pareció surtir efecto en un tiempo que no calculo, sus ojos comenzaba a sentirse pesados, el sol ya había salido, a pesar de que su habitación no estaba lista, lo estaba el sótano tendría el tiempo suficiente para llegar y cerrar la habitación para que ningún humano curioso pudiera abrirla,  aunque su exquisita tibieza agradara la piel de Marius decidió soltarse antes de que el pudibundo de Cristóbal entrara, pero…

Cuando levanto la mirada Cristóbal estaba allí observando desde la puerta
- debe tener pesadillas-  le comento Marius
- no lo creo – dijo Cristóbal caminando hacia ellos, observo los pedestales de la cama y sacando de su morral el cuchillo de plata comenzó a elaborar símbolos en cada uno de los pedestales de la cama – según se, ustedes no sueñan.
- parecía que…
- eso no son sueños, son recuerdos, recuerdos posiblemente no muy gratos… como los que nos contó ese hombre… cosas que creo que ella desea olvidar pero no puede o tal vez no quiere, pero esto le ayudara – dijo terminando el ultimo símbolo.
- ya puede soltarla Marius, no creo que sea correcto que…
- hay un pequeño problema – contesto Marius con una sugerente sonrisa – ella me ha tomado muy fuerte y no puedo soltarme.
- Esta bromeando, verdad!!
- no
- lo hizo a propósito, sabe que a ella le gusta aferrarse de las cosas cuando duerme – un suspiro quejumbroso salio de su boca - será mejor que llame al señor Antonio para que venga a sellar las ventanas, si no queremos que se convierta en barbacoa si un pequeño viendo entra – dijo un tanto indignado
- prometo no hacerle nada
- ja como si pudiera mantenerse despierto de día, y no creo que Drevon lo permita, o a caso se le olvido que celoso es
Marius sonrió dejando entrever sus blancos dientes

Mientras el chico y el sr. Antonio cerraban muy bien las ventanas Marius comenzó a tener mas sueño dejándose caer a lado de Mekare, el sol debía empezar a tomar lo alto del cielo

- desde cuando están casados – pregunto curioso Antonio entre susurros a un malhumorado Cristóbal mientras colocaban el último tablón.
- ¡El no es su esposo! – Aclaro él molesto – si lo fuera no habría problema pero ella no esta en condiciones de enamorarse y menos de alguien tan libertino como el.
- me refería a ti – dijo Antonio
- haaaa, yo, bueno… este fue… hace ocho meses
- te la robaste – dijo el en tono juguetón
- ¡por su puesto que no!

El hombre río, pero se detuvo volviendo la mirada a los dos que ocupaban la cama
- no se preocupe por ellos, tiene el sueño de los difuntos

.______.

Podía oír la voz del viento chocando en las hojas estas contestando a su provocación; en su piel una sensación extraña que creía recordar, abrió sus ojos;  débiles y hermosos rayos de sol le tocaban su blanca piel haciéndola relucir de manera antinatural como si fuera una gema, la luz se filtraban a través de un techo de hojas llameantes, se sentó, estaba rodeado de un alfombra de hojas en un sin fin de colores, sintió un cosquilleo en una de sus manos un insecto extraño subía por ella, lo sacudió y salio volando en un zumbido, no reconoció el lugar, a la distancia con sus sensibles oídos aprecio unas risas, al parecer de niños, así que camino un poco entre lo enormes árboles que parecían llegar hasta el cielo.

Mekare descansaba a la sombra del árbol que marcaba el final del hermoso bosque para mostrar una sabana verde sin fin, se sentó a su lado a contemplar el paisaje.
- Marius, que haces aquí – pregunto ella, con una suave voz sin abrir los ojos

Marius la contemplo  saboreando el sonido de su voz
- no tengo la mas mínima idea – contesto el mientras alzaba la vista el cielo que se oscurecía y frente de si a su amada Roma aparecía como niebla

Ella se levanto y camino unos pasos, y sonriendo   
- una ciudad – dijo mientras lazaba la mano y la observaba -  no me gusta  
- mi ciudad – exclamo Marius maravillado levantándose para poder apreciarla mejor y en un segundo estaba en su balcón donde podía ver panorámicamente la ciudad, abajo la gente iba y venia por la callejuela empedrada en una noche iluminada por antorchas.
Ella río abiertamente
- Roma
- si, este sueño me agrada

Ella volvió a reír
- los vampiros no soñamos
- Roma mi ciudad fue destruida y usted no… –
- tienes razón estoy hablándote a pesar que no tengo lengua pero no por eso tiene que ser un sueño – dijo ella mientras cerraba los ojos levantando su mano derecha – estas estrechándome la mano – pregunto con una nota cómica en su voz
- si – dijo Marius – no pude soltarme después y me quede dormido a su lado
- hago eso a veces, quisiera ver la cara de Cristóbal a eso, debe estar escandalizado, porque lo molestas así – quiso saber ella mientras se sentaba en el diván favorito de Marius que estaba en su habitación
- no lo se, me gusta verlo enfadado por detalles tan pequeños me deleita la postura de hombre maduro que pone siendo solo un  chiquillo
- si es un niño

Un minuto de silencio invadió la habitación y sonidos de la ciudad y de la casa se hicieron evidentes mientras Marius miraba a los profundos ojos verdes de la mujer que estaba frente a él como nunca antes, el rastro de tristeza había desaparecido en su lugar sus ojos verdes brillaban con mas intensidad si eso era posible y expresión era tan diferente sin inhibiciones sin precauciones.

- porque no me muestras tu casa  - le interrumpió Mekare mientras lo tomo de la mano, su piel se erizo por el tibio contacto de su piel, ella lo condujo por las escaleras allí en el salón principal estaban sus convidados en fiesta bebiendo vino y comiendo de las grandes mesas y hablando de política, filosofía, arte, había tanta gente que debía tener cuidado pasar entre sus cuerpos calientes sin tener que lastimarlos, ella se detuvo frente a una de las paredes que estaban decoradas por las ninfas y diosas que Marius había pintado con la única imagen de  Pandora

- es hermosa
- me falta técnica al plasmar las imágenes – dijo el en tono critico
Ella le miro arqueando una ceja
- la técnica no tiene nada que ver, solo es hermoso por el sentimiento con el que creaste
Quiso preguntar como lo sabia
- ¡Marius! - Le grito un hombre regordete, bajito y sin mucho pelo ya con una copa de vino en las manos – el sabio artista dime quien es la bella mujer que te acompaña
- puedes verme Cayo
- ja, solo estoy un poco ebrio pero no ciego para poder apreciar a mujeres hermosas – contestó a la pregunta de Marius mientras le guiñó el ojo a Mekare.

Ella lo ignoro y soltándole se condujo a través de la gente

Marius se quedo platicando con el viejo que a el tanto le gustaba hablar en aquellos tiempos, pero en este momento deseo que lo dejara tranquilo, había sido un legislador como él; mientras discutían sobre cosas si importancia puso escuchar sus pensamientos con toda claridad tanto como si estuviera realmente frente a el pero como era posible, antes había viajado a su doloroso pasado junto a Mekare pero no había podido interactuar con la gente pero esta vez si, podía escuchar los pensamientos de cada uno, una expresión de perplejidad lo puso en evidencia frente a Cayo
- Marius – me estas escuchando    
- si claro, me disculpas un momento
- OH!!! La mujer hermosa, por su puesto – dijo el guiñándole el ojo.

- Esto no esta pasando - dijo el sentándose en uno de los bancos de granito debajo de un manzano afuera de la casa en el jardín

Mekare observo uno de los frutos colgando lo tomo y lo partió por la mitad

- pruébalo – le incito ella
- no me explicará lo que sucede – rechazando el alimento imposible de comer para ellos
- no me gusta que me preguntes estupideces, porque no lo pruebas
- porque no puedo – contesto el secamente

Ella se rió a carcajadas a sus costillas aun ahogada en risa  a su mitad le dio un mordisco; Marius puso sentir el olor de la fruta al ser masticada por ella y oía como sus dientes molían hasta dejar una pulpa  para luego tragarla, siempre que Amadeo y sus discípulos comían, a el le gustaba observarlos

- deliciosamente jugosa – dijo ella complacida
- que hace…- no pudo terminar porque Mekare le metió un trozo de manzana en su boca.

No era la primera vez que Marius después de ser vampiro había probado algún liquido o platillo que cuando era humano le gustaba comer, pero siempre mucho antes de ponerlo en su boca su cuerpo sentía repulsión, cuando al fin podía pasar el desagradable sabor, era expulsando violentamente por su cuerpo y mente, dejando resabios molestos por semanas incluso meses recordándole que no había mas alimento que la sangre para el. Pero esta vez…  su lengua podía sentir el dulce sabor de la fruta
- mastica – dijo ella – o lo has olvidado

El mastico sintiendo como la fruta de convertía en masa dejando en su boca delicioso sabor dulce que se esparcía por su lengua para después bajar por su garganta hasta su estomago
- no es un sueño
- eso sonó como a una afirmación mas que a pregunta - dijo Mekare - que deduces de esta pequeña y deliciosa experiencia – mientras terminaba de comer la fruta y caminaba hacia una fuente que adornaba esa parte del vergel

El se levanto miro al cielo estrellado y escucho con atención a la gente que reía dentro de la casa

- si no es un sueño y no es el pasado pero están real, los olores, sabores, la gente sus pensamientos; - dijo el cerrando los ojos - pero es imposible Cayo nunca le conoció, como pudo verla, soy un inmortal que solo puedo beber sangre para alimentarse pero…

- pero, sigue ibas muy bien,
- desde que le conozco, mi razón, mi lógica, mis conocimiento de todo, no sirven para nada ni siquiera para explicar esto, como espera que pueda encontrar la respuesta – dijo el sentándose de nuevo vencido.

Ella se acerco y se arrodillo frente a el, pasando su mano por su cabello rubio y luego puso sus manos en sus mejillas
- puedes sentir eso
- me disculpo no quise decir eso, yo no estoy…
- lo se, tiendes a dejarte llevar por impulsos cuando estas enojado, pero a pesar de eso siempre dices la verdad, no te preocupes por mis sentimientos, soy lo bastante vieja para tener paciencia con los arrebatos de los demás

Marius sintió sonrojarse por primera vez de lo que podía recordar, lo que hizo enojarse mas
- contestará mi pregunta

Ella se levanto con un suspiro de frustración un viento los tocó dejando de nuevo el lugar de donde había partido, de día  debajo del gran árbol, a lo lejos, dos pequeñas niñas idénticas de cabello rojo y ojos verdes corrían en la llanura.


- Mekare espérame no me dejes – dijo al borde de las lagrimas la que venia muy atrás cuando se tropezó cayendo aparatosamente, comenzando a llorar tocándose un raspón en su rodilla

Al instante la niña que iba al frente se dio la vuelta y dejándose caer cerca de su hermana le enjaguo las lágrimas con su largo cabello y comenzó a soplar con ternura la magulladura
- deja de llorar Maharet, que no es la gran cosa.
- es que tu siempre me dejas atrás
- no es cierto, es que eres muy lenta

La pequeña Maharet comenzó a llorar más desconsoladamente que antes…

- tu sabes mejor que nadie que desde ese día tengo una conexión con cada vampiro del mundo, pero contigo es mas fuerte – dijo ella mientras las niñas se contentaban  – porque tu tienes algo mío en tu interior, cuando te me acercas y abres tu conciencia de esta forma no puedes evitar entrar o salir de mi conciencia, yo tampoco de la tuya… 
- conciencia… - repitió él en un murmullo
- alma, mente como quieras decirle

- prométeme Mekare que no me vas a dejar otra vez – dijo Maharet muy enojada aun con lagrimas en sus ojos
- esta bien te lo prometo, pero ya no llores o mamá me regañara otra vez por tu culpa.

 - esta es tu conciencia, tu mente

Ella sonrío, se acerco a las niñas, su yo pequeña desapareció siendo ella quien abrazaba a la pequeña Maharet  

Puede ser el pasado, presente y futuro, verdad o mentira puede ser lo que tu quieras es tu universo sostenido por conciencia y es tan real como tu quieras que sea, basada en tus conocimientos, experiencias y deseos.

En el prado a la distancia se podían ver al eterno joven de cabellos rojos, platicando alegremente con una bella mujer de cabellos pardos  

- ahora entiendo porque no te gusta dormir. – dijo el bajando la mirada

Ella tomo su mano entre las suyas y le miro tiernamente
- algo tan fácil y tan imposible de obtener para nosotros, somos un par de tontos, no crees

El miro a través de esos ojos verdes y dejando a tras cualquier cuidado quiso… 

-MARIUS TU MANO – Grito Mekare

.______.

- ¿CÓMO TE ATREVISTE A LASTIMARLO? – le grito con mucho rencor Teresa a Cristóbal
- el invadio tu CUERPO ENTRANDO A TU conciencia MIENTRAS DORMIAS – grito Cristóbal con voz mas potente lleno de coraje  – TE PARECE POCO EL ULTRAJE
- NO FUE SU CULPA, EL NO PUEDE CONTROLAR EL VÍNCULO QUE TIENE CONMIGO
- JA!!! CLARO Y ESPERAS QUE ME COMA ESE CUENTO, TIENE DOS MIL AÑOS, Y DICES QUE NO TIENE CONTROL!!! Y LA DICHOSO VÍNCULO NO ES MAS QUE LA LUJURIA QUE LE PROVOCAS
- QUIEN LO DICE: TU Y TUS ESTUPIDOS CELOS
- NO, ES LA VERDAD HASTA ESTE CHICO LO RECONOCE – dijo apuntándose a así mismo
- NO METAS A CRISTOBAL EN ESTO, QUE TAMBIEN…
- ESO NO ES CIERTO – le interrumpió el acercándose a ella- FUE UN ACCIDENTE Y NO TUBE NADA QUE VER, ADEMÁS ESE VAMPIRO NO MORIRA POR UNA MISERA QUEMADA EN SU MANO SI HUBIERA QUERIDO MATARLO YA LO HUBIERA HECHO…

Marius miró el vendaje que tenia en su mano derecha mientras colocaba un libro en el librero, podía escuchar perfectamente los gritos que se estaban lanzado Mekare y Drevon como si estuviera frente a ellos, pero ellos estaban en el tercer piso mientras que el estaba el la biblioteca a puertas cerradas, desde hacia ya media hora, no es que sintiera culpable o que realmente le molestara que Drevon hubiera atentado contra su vida, porque según supo al momento de despertar un pequeño rayo de luz solar había entrado a la habitación por un pequeño agujero hecho en la ventana y la cortina tocado su mano derecha la mano que sostenía Mekare haciendo una enorme llaga en su piel, no, no era eso lo que le molestaba en ese momento.

- SI TANTO TE MOLESTA  PORQUE 
- PORQUE, QUE
- TE PARECIO GRACIOSO O ES QUE TE GUSTA MOLESTARME
- SIGUES SIENDO UNA MOCOSA PETULANTE
- Y TU UN BARBARO SIN CEREBRO..

Hubo silencio después de esto…

- Mekare estas bien – pregunto Cristóbal mientras Teresa se sentaba en la orilla de la cama vencida por una fuerza invisible atrás de ella el cuerpo vació de Mekare descansaba
- No, no lo estoy… ¿Por qué me haces esto Drevon?
- no te hecho daño - dijo el en tono de disculpa 
- si lo haces…
- no se a que te refieres

Una sonrisa sarcástica se formo en el rostro de la joven
- de todos los posibles candidatos que mi hermana pudiera escoger para esta empresa tu decidiste a Marius y ahora te enfadas, le atacas porque me siento cómoda a su lado, confiada…
- eso es porque el se parece a mi – termino la frase con tono frío Cristóbal – sabia que solo podrías confiar en mi.
- eres conciente de la situación que me pones a mi y a el
- lo lamento, pero en ese momento me pareció lo mejor para ti   

No hubo respuesta solo silencio

El se arrodillo frente a ella tomo sus manos entre las suyas y las beso con ternura
- porque me amas, porque te amo, lo siento perdí lo estribos como siempre
- no vuelvas a lastimarlo en ninguna forma
- es una orden mi hechicera
- si, es tu culpa el que él este aquí y no intentando regresar con las personas que ama, así que trátalo con respeto  
- lo que tu quieras – contesto haciendo que su mano acariciara el rostro de la jovencita atrayéndola hacia su rostro y le beso con pasión siendo correspondido de la misma forma aunque solo fueran unos segundos porque de inmediato los chicos se separaron de un brinco dejando sus rostro colorados, a sus espaldas Mekare se levantaba de la cama y con velocidad asombrosa salio de la habitación dejándoles solos.   

 - Esta todo bien – pregunto Marius a Mekare mientras el la miraba bajar por la escalera aun llevaba la ropa que le habían dado los aldeanos, había negado vestirse diferente, peor, aun así ella se veía hermosa - todo bien – le comunico ella su mente

Pudo notar que sus dedos tocaban disimuladamente sus labios mientras sus ojos parecían apagados, se preguntaba donde estaba la luz que emanaban de sus ojos había regresado la tristeza
- ha prometido no molestarte mas – dijo
- no era necesario
- si que lo es, no quiero que te lastime – termino mientras se dirigía al puerta principal

- quiere que la acompañe - pegunto él no quería dejarla sola con su angustia
- no Marius, gracias.
 - hay algo que quiero decirle
- no es el momento, prefiero estar sola necesito un poco de viento frío
- es importante insistió el

Ella se dio la vuelta mientras Cristóbal los alcanzo parecía aun poco aturdido y aun un colorado
- Arreglo todo con el tipo
- Lo siento mucho Cristóbal, debí evitar que el..  
- Noooo. Bueno eso… no importa… este solo quería saber si
- parece que llegaron a un acuerdo – intervino fríamente Marius
- que bueno

Hubo un silencio molesto en el lugar acompañado de un viento frío que abrió una de las ventanas cerradas

- vaya este lugar si que es interesante -  dijo el Cristóbal de siempre, pero Mekare ya no estaba
-  ni lo piense, Marius es mejor dejarla sola de vez en cuando
-  fue tu primer beso – Pregunto Marius a Cristóbal con un tono agrio y cómico a la vez
- no se a que se refiere – se defendió mientras los colores subían a su rostro de nuevo
- espero que como buen caballero que eres, hayas dejado contenta a la dama
- hayyh con usted no se puede hablar – dijo el caminando enojado hacia la biblioteca cerrándola de un portazo.

Marius pareció divertido pero su sonrisa desapareció muy rápido
- Señor Marius – le llamo Meche –  tiene una llamada de la Señora Maharet 
- Gracias Mercedes la tomare en el estudio

Meche regreso a la cocina en la mesa estaba su pequeño Luís y su esposo cenando
- ja esos chiquillos si que tuvieron una rabieta de enamorados, si hasta aquí se les escuchaba
- Mamá ya no tengo hambre – dijo el pequeño Luís alejando el plato de si puedo ir a jugar, todavía es temprano – dijo el mientras su madre lo miraba un tanto contrariada
- esta bien pero no quiero que andes lejos, te quiero aquí en media hora – le indico mientras le acomodaba una pequeño medallón de madera en la muñeca de la mano
El niño se fue feliz como un rayo por la puerta que conducía al jardín llenado consigo una una pelota de fútbol
- haaa, como si no tuvieras curiosidad a ver dime la verdad que son los patrones mas extraños que hemos tenido - dijo casi entre susurros como si las paredes escucharan - los señores Marius y Mekare durmieron casi tres días cuando llegaron y casi se incendian su cama no te parece extraño y no me refiero al incendio porque ambos sabemos lo que pudo ocurrir, sino a la reaccion de todos ellos, no les pareció raro que su cama sufriera una combustión espontánea   
- deja de parlotear Antonio que no es de nuestra incumbencia – le reprocho Meche pero el la ignoro
- pero lo que me parece interesante es la dama pelirroja siempre parece distraída y ni pío dice además parece no querer vestir lo que el señor Marius le compra y ni zapatos usa
- Vasta ya Antonio – le reprocho ella con enojo – a caso eres bobo, ella no habla porque no puede y con respecto a lo otro son cosas de ellos y nada mas  
 - lo siento no sabia, fue solo un comentario… - dijo el un poco apenado – pero creo que ellos si van a durar en esta casa tal vez les sienta bien, dueños extraños para una Caserona embrujada –
rió Antonio a viva voz, pero a Mercedes no le hizo gracia este comentario.